La mayoría de las cosas que decimos durante un día cualquiera son juicios que tenemos sobre las cosas, los acontecimientos, otras personas o nosotros mismos. Lo que decimos impacta en nuestro estado de ánimo y en nuestra vida. Decir por ejemplo, «¡qué día horrible!!!» es un juicio porque quizás decimos eso sólo porque está lloviendo, hay tormenta o está nublado; eso por supuesto no significa que el día sea horrible, y generalmente expresamos al decirlo también algo de cómo nos sentimos nosotros ese día en particular.
Nosotros generalmente hablamos según cómo nos sentimos, y al mismo tiempo la forma en que hablamos nos impacta a nosotros, vuelve a nosotros en forma de energía. Prueben decirle a alguien un piropo, y van a ver cómo impacta en la persona toooodo el día, las palabras lindas que le dijeron… y al revés (pero por favor no prueben esto!!! merece la pena empezar a hablar a las personas en nuestro entorno con palabras positivas). No se trata de halagar a todo el mundo, porque eso sería una forma de manipulación; pero fijémonos que las palabras que empleemos no vayan cargadas de negatividad.
Fíjense cuántas veces nos expresamos con palabras que parecen inofensivas, o que ni siquiera nos detenemos a escuchar. Hoy por ejemplo, mientras viajaba en el colectivo, una mamá llevaba a un niño sentado en su regazo, y al encontrarse con una amiga y comenzar a charlar acerca del hecho de que lo llevaba a upa, la mamá le dice a la otra señora: «me mata» (llevarlo a upa o sentado sobre la falda). Pero no es verdad que te mate, y llevar alzados a nuestros hijos cuando son pequeños, es también un placer, sólo que no se nos escucha decir tan seguido «lo alzo todo el rato, me encanta hacerlo ahora que es pequeño y puedo levantarlo». Louise Hay pone especial énfasis y cuidado al seleccionar las palabras, ella reitera esta idea a menudo.
Así que, vamos a elegir pensar y hablar de manera positiva. No porque no veamos o neguemos que pasan cosas negativas (y muchas!) sino porque el lenguaje crea nuestra realidad: las palabras que usamos o que escuchamos nos crean un estado de ánimo, y según nuestro estado de ánimo es como será más o menos nuestro día, afectaremos nuestro entorno, las personas con quienes nos relacionamos, etc…
Empieza a escuchar tu manera de hablar. Acostúmbrate a elegir las palabras que uses a partir de ahora. Créate algunas afirmaciones para cambiar aquellas frases negativas que sueles escucharte decir a menudo. Conviértete en un testigo silencioso de ti misma/o… el principio de cualquier cambio es traer a la conciencia lo que haces y dices de manera automática. Adelante, empieza hoy!